Camino. España. 2008. 143 minutos. Dirección: Javier Fesser. Con: Nerea Camacho, Carmen Elías, Mariano Venancio, Manuela Vellés.
Es tan peculiar el tercer largometraje de Javier Fesser, que no sólo otorga a sus anteriores El milagro de P. Tinto (1998) y La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003) valores retrospectivos. Además, su evidente irregularidad suma en vez de restar, al ser fruto de una ambición técnica y artística inusual en el panorama del cine español.
Porque Camino es más que la invectiva notoria contra una secta capaz de transformar los sufrimientos de una enferma terminal en sostén ideológico de sus delirios. Es más que el emotivo retrato de las ilusiones rotas de una adolescente y los juegos de poder en el seno de una familia. Es más que la película de terror enigmático que se atisba en algunos momentos (no por casualidad registrados en el seno de la ficción por una cámara); terror que deriva de la imposibilidad de concretar cauces expresivos para tanto dolor, tantos errores y tanto desamparo existencial.
Camino constituye sobre todo, y en este aspecto adquieren importancia primordial los efectos digitales y las escenas imaginarias que muchos han denostado, la evidencia de que entre tantos girasoles ciegos, cobardemente sumisos al registro físico y átono de imágenes, uno se ha atrevido a alzar la mirada para sonsacarle a lo real lecturas más significativas. Lástima que Fesser prefiera tener como modelo a Jean Pierre Jeunet antes que a David Fincher. Aunque, quién sabe si eso no podría cambiar.
SAN SEBASTIÁN.- Aunque Javier Fesser no considera haber cambiado su esencia cinematográfica, ha sorprendido el giro al melodrama de su película 'Camino', ambientada en el entorno del Opus Dei y que el Festival de Cine de San Sebastián ha proyectado en su Sección Oficial junto a la canadiense 'Maman est chez le coiffeur'.
Tras salir airoso de comedias como 'El milagro de P. Tinto' o 'La gran aventura de Mortadelo y Filemón', Javier Fesser aduce a la pasión que arrastra la historia de 'Camino' para adoptar un nuevo lenguaje en su cine, "que es el que requería" este cuento de amor y de muerte inspirado sólo en parte en la historia real de Alexia González-Barros, según ha explicado el director.
La hija menor de una familia integrante del Opus Dei falleció en 1985 a los 14 años de edad tras una dolorosa enfermedad y actualmente está en proceso de canonización.
Ella sirve de punto de partida para retratar a una niña de 11 años a la que se intenta inculcar el placer de la redención a través del dolor, en esta cinta que llega a las salas españolas el próximo 17 de octubre y que se ha hecho "desde el respeto y sin ambigüedades", ha defendido Fesser ante los medios.
En los sueños de Camino, rodados con la ambición visual de sus anteriores trabajos, se conectan elementos contradictorios; la presión que ejercen sobre ella los dogmas impuestos por su familia y los sentimientos incontrolables que nacen en su interior, al enamorarse de Jesús, aunque, para desgracia de su madre, no del hijo de Dios sino de un niño de su misma edad.
Así Fesser plantea a una especie de 'Alicia' que huye de su desgarrador destino a través de un espejo onírico y catártico, tutelada por una mujer cuya devoción parece mantener bajo control al más visceral de los sentimientos, el maternal.
El personaje de la madre, interpretado por Carmen Elías es el más definido del relato y a su vez el que aporta la universalidad buscada por Fesser, gracias al trabajo común con la actriz, que tuvo que trabajar "con el guión como enemigo, ya que sobre el papel, es fácil sentir rechazo por esa madre".